lunes, 3 de noviembre de 2008

25 Años

Un recorrido sonoro de los vaivenes políticos desde el fin de la dictadura militar en Argentina nos hace recordar nuestro rol democrático y ciudadano, y repensar cómo queremos contarnos desde ahora en adelante.





MANTENER VIVA LA PERCEPCION PERMITE COMUNICAR DE VERDAD POR RADIO


Cambió la ciudad por las sierras cordobesas. Y el periodismo por una hostería como fuente de trabajo y sostén económico familiar. Pero la radio nunca se fue de su vida. Desde su estudio en San Marcos Sierras transmite su programa por Internet, que es reproducido por más de treinta emisoras. Los domingos, lejos de la estructuras de los medios masivos, hace radio. Libre, fresca, agradable, crítica, amigable, graciosa… esa es la radio que sabe a Pesoa.

¿Podes vivir sin la radio?

Claro que puedo vivir sin la radio. Pero no es en la radio donde termina mi horizonte. Me gustan muchas otras cosas de esta corta vida. La carpintería, la construcción en general, la talabartería, jugar a hacer música en mi estudio; en el pasado hice el curso de piloto y me entusiasmé con el vuelo, me atrae el tiro con arco, hacer vino una vez al año… El gran tema es que todas estas cosas sirven para mantener viva la percepción, que es lo que te permite comunicar de verdad por radio.

¿Cuán diferente es hacer y escuchar radio desde San Marcos Sierras?

No puedo hablar de las diferencias de hacer y escuchar radio. Nunca fui un verdadero oyente de radio. Lo que sí puedo decirte es que en esta provincia donde vivo desde hace cinco años, la radio atrasa mucho. Hacen lo mismo que yo hacía en Rosario en la década del setenta, es decir, a los gritos, sin ninguna pausa y sin la menor idea del significado de la palabra contenido.

Una radio con contenido, con pausa, como la que haces vos es, de algún modo, ¿una radio antisistema?

No sé si calificarla como antisistema. Vivimos en él. Comemos de él. Negarlo y manotear algún vuelto por debajo de la mesa, atrasa la posibilidad de reconstruirnos. Aceptar el sistema tal cual es, me parece que es morir. No tengo recetas. Sólo atino a tratar de modificar el entorno que me toca.

¿Cuánto modifica ese contexto en el contenido de tu programa?

Creo que la geografía, el entorno social, el clima, todo contribuye a conformar un nuevo individuo. Siempre aborrecí la frase “no cambies nunca”... Me gusta ser distinto, me hace sentir vivo. Claro que hay guiños y estilos que son propios y uno lleva donde quiera que vaya.

¿Las “historias” que contás son diferentes a lo que podrías contar en Rosario o Buenos Aires?

A las historias también se les van sumando nuevas historias que enriquecen el relato.

¿Hay avidez de los vecinos por estas historias?

No sé si llamar avidez a lo que sienten los vecinos. A ver, creo que el ochenta por ciento de este pueblo me aborrece. Sólo por opinar sobre cuestiones, cualquiera sean. Aquí la opinión es mal vista. Hay mucho temor, nadie dice nada que lo pueda comprometer, hay mucho clientelismo, viejas prácticas feudales, una pata de la Iglesia puesta desde hace cuatrocientos años sobre la cabeza de la gente... Es como haber asistido a la desaparición del albedrío. Nadie le dice nada a nadie. Así que imaginate mi estilo de trabajo en medio de esta sociedad temerosa. Mucho más ahora que el programa se escucha por Radio Nacional en toda la provincia y encima, hay más de treinta emisoras en distintos puntos del país que repiten, en directo o en diferido, el programa de los domingos. Esto les produce, seguramente, cierta sensación de agorafobia al saberse con semejante exposición.

¿Qué puede hacer una radio, un programa o un comunicador por la reaparición del albedrío?

Y esa intención, es, creo, la que contribuye a plantear simples dudas entre los oyentes.
Con esa duda razonable me conformo. Con que no nos acostumbremos tanto a las cosas. La recuperación del albedrío pasa por la percepción, la intuición, el pibe ese que llevábamos adentro y que ahogamos con el paso del tiempo, pasa por no tragarnos todos los sapos, por recuperar el espíritu crítico y con todo ello, lograr ser un poco más felices, plenos, mejores.

¿Necesitabas libertad para hacer lo que quisieras hacer?

No, no necesitaba esa libertad. Siempre la tuve. Creo que no permití que me la quitasen.
Vinimos aquí por varias razones. Mejor calidad de vida. Un notable embudamiento de los medios hacia un pensamiento único. La certeza de la disminución de posibilidades de trabajo en libertad. etc.

Pasaron 5 años... ¿Cómo ves hoy a los medios -y a la radio en particular- en relación a ese pensamiento único? ¿Se agudiza o aparecen alternativas?

Las dos cosas. Se agudiza porque nadie saca los pies del plato y esto evita la formación de nuevos modelos. A los multimedios ya ni les hace falta censurar. Con la autocensura existente más el temor a perder la fuente de trabajo, listo. Es necesario reconocer nuestro evidente retroceso en materia de libertades, no ya sólo en las comunicaciones, también en la disminución constante de las posibilidades de elección que tenemos. ¿En qué consiste la libertad sin la capacidad de elegir? Treinta mil desaparecidos soñaron con un mundo diferente. Los que no desaparecimos, acompañamos ese deseo. Pues bien, llegó el momento de reconocer la derrota. Solo así podremos comenzar la reconstrucción. La guerra la perdimos. Nos quedan algunas batallas cotidianas por librar. Allí es donde aparece la radio, Internet, las redes abiertas, las grietas del sistema (Fidel dixit). Yo, personalmente, estoy trabajando sobre esas grietas. Formando redes gratuitas y libres para poder comunicar lo que quiero y debo comunicar. Es cierto, vivo de otra cosa, tengo una hostería en San Marcos Sierras. Pero esto no disminuye el valor de haber encontrado un espacio que crece desde el pie.