lunes, 31 de mayo de 2010


Una absurda historia de superhéroe en clave de historieta.







(http://www.narrativaradial.com/audios/superponcho - ficcion.mp3)

Algo muy grave va a suceder en este pueblo.

Historia que narra cómo un rumor se convierte en un hecho... Basado en un cuento de García Marquez.







(http://www.narrativaradial.com/audios/algograve_ggmarquez.mp3)

Lluvia

El abismo entre la palabra y las cosas. Inspirado texto escrito e interpretado por Juan Gelman.



(http://www.narrativaradial.com/audios/gelman_lluvia.mp3)




(http://www.narrativaradial.com/audios/gelman_lluvia.mp3)

“En la radio intentamos recuperar la mística que en la TV se pierde”

Entrevista con Marcelo Camaño, guionista y director de Secretos Argentinos.
Por Mariano Pagnucco

En un contexto artístico en el que los autores de ficción han perdido protagonismo debido a las nuevas reglas del mercado audiovisual argentino (el auge de las productoras, la comercialización de los contenidos al exterior, un star system más apoyado en las caras convocantes que en las buena ideas), el de Marcelo Camaño es uno de los nombres que ha logrado instalarse en el público. Su peregrinaje de más de veinte años en la industria del espectáculo lo tuvo dos veces en la foto junto al Martín Fierro de oro (por Montecristo, en 2007, y por Vidas Robadas, en 2009), pero es probable que el mérito mayor de este guionista rosarino se encuentre lejos de los flashes: en sus libros, Camaño logró entrelazar los ingredientes típicos de la ficción televisiva con temas candentes de la realidad social, como la desaparición de personas durante la dictadura o la trata de blancas en nuestros días.

Después de los reconocimientos y los aplausos, el año pasado tuvo un impasse en su relación con la TV y decidió meterse de lleno en el barro de la radio: pensó que al éter le faltaban historias y junto con la periodista Miriam Lewin acercaron un proyecto a Radio Nacional. El resultado de esa iniciativa hoy se llama Secretos Argentinos (AM 870, domingos de 12 a 13), un ciclo de radioficciones sobre hechos periodísticos recientes, desde el caso del odontólogo Ricardo Barreda hasta “el robo del siglo” al Banco Río. Renovar el encanto de los antiguos radioteatros y reflexionar sobre la identidad nacional son las premisas que guían a Camaño, quien también apuesta por la radio como espacio para la ficción.

Con el prestigio que vos tenés como autor de televisión, tomar la decisión de dar el salto a la radio admite tres posibilidades: un contrato grande, amor por la radio ó ganas de marcar un camino. ¿Cuál es tu caso?
Lamento informarte que por plata no es. Yo llego a la radio porque tengo ganas. Estoy en un momento en que puedo prescindir de que me paguen como me pagaría la tele para plantar algo que tiene que ser ya, ahora. Eso lo puedo hacer por la dirección que tiene Nacional en este momento. A lo mejor el año que viene cambian las autoridades y me rajan porque no les interesa, y después, con el nuevo gobierno, llega una idea más conservadora sobre los medios públicos. Cuando se abre una grieta, cuando aparece un lugar, hay que ocuparlo, es prepotencia del trabajo. Yo no me fijé cuánto me pagaban; por supuesto que quiero que me paguen bien, pero no es el caso. Y no llego resentido con la televisión, porque estoy haciendo y haré tele. Algunos colegas están más preocupados quizás por su discapacidad emocional y quieren salir a hacer cosas afuera para tener solamente plata, después no importa lo que hacen afuera, muchos hacen porquerías que acá no quieren hacer. Eso no es lo que a mí me distingue, yo me metí en un quilombo, fui a la radio, voy todas las semanas a grabar al microcentro, con un tránsito infernal, y estoy feliz. Peor es hacer un laburo degradante porque no te queda otra. Yo tuve la fortuna de poder hacer esto y lo hice cuando pensé que podía dirigir, aunque sea así.

¿Cómo surgió la posibilidad de hacer Secretos Argentinos?
El año pasado yo estaba en Telefe y no avanzaba la idea de una producción determinada para la noche, que era lo que teníamos que hacer. Hubo diversos motivos: presupuestarios, la famosa crisis, los contratos de los actores. La verdad, me mantuvieron ocupado con unos especiales que finalmente no van a salir al aire. Entonces tuve un espacio y un momento, y pensé “por qué no volver a algo que yo pueda manejar desde una punta hasta la otra”. Y era la radio, porque de alguna forma era más sencillo, más fácil. Yo podía hacer la producción, convocar a los actores, a los autores, organizar todo y que todo saliera bien. Era lo que necesitaba, volver a algo artesanal, trabajar porque nos gusta, además de porque nos pagan, intentar recuperar un poco la mística, que a veces en la tele se pierde. No estoy peleado con la tele, pero fue un año bisagra. Si la radio se interesaba, yo quería armar un polo de trabajo, aunque fuera mínimo, para generar cosas desde ahí.

¿A qué te referís cuando hablás de lo artesanal?
La realidad es que en televisión está muy manipulado el lugar del autor. Todos entendemos que tiene que haber equipos de trabajo, pero en esos equipos tiene que haber una línea de jerarquía, porque no todos podemos hacer todo. Entonces me parece que nosotros, los que tenemos alguna trayectoria o algún laburo más reconocido, debemos marcar un camino. No digo hacer escuela, pero enseñarle a la gente a trabajar, cómo avanzar, que sepas cuándo estás preparado para ser cabeza de equipo.

Después de tantos años de escribir para televisión, ¿te costó adaptarte al lenguaje de la radio?
Lo que a mí me preocupó de entrada es la noción de montaje en la radio, tener muy en claro que no tiene que ser tedioso, lento; todo el tiempo tiene que haber cambio de escenarios, de personajes. Puede haber un hilo conductor o un narrador presente en todo momento, sea externo o un personaje, pero a mí me gusta mucho laburar las diferencias, por eso cambiamos los géneros. Banco Río lo hicimos en tono de comedia, pero Barreda no se podía hacer en comedia. Nos gusta romper eso y ver, de acuerdo al material que hay, cuál es el género que mejor le queda a la historia para que nosotros hagamos un trabajo divertido. Si nosotros nos divertimos con lo que estamos construyendo, el público se va a divertir, o se va a emocionar o va a sentir miedo de Barreda. Me parece que desde el montaje, y siguiendo el criterio con el que hacemos televisión (ritmo ágil, escenas breves), la radio se banca la idea de las ficciones cortas si es que las vas hilando de manera que el oyente no se pierda. Ahí ayuda mucho la posproducción, porque los chicos que se encargan de eso superan mi nivel de imaginación todo el tiempo. Muchas veces encuentran detalles que son geniales, que enriquecen el libro.

¿Cómo se armó la dupla de trabajo con Miriam Lewin?
Con Miriam siempre tuvimos la idea de trabajar juntos, de hacer ficción a partir de las investigaciones de ella, que son varias y buenas, pero estábamos en empresas distintas. Cuando ella se hizo cargo del equipo de investigación de Radio Nacional, me dijo “¿y si pensamos algo para la radio?”. Yo no creía que les fuera a interesar, porque a ninguna radio le interesa la ficción, los gerentes salen corriendo, no te dan bola, no te escuchan. A Miriam le pareció que María Seoane podía estar interesada, fui a hablar y no me dejaron salir del despacho, lo tomaron inmediatamente. El gran problema que me presentaban era que tenían un presupuesto muy chico, querían saber si yo me podía arreglar con eso y me estoy arreglando con eso. La verdad, estoy muy contento porque la predisposición del personal de la radio es total, tomaron el proyecto como propio y trabajan muy bien. Al principio me costó pensar el horario de la ficción para un domingo al mediodía, pero con el combo de Víctor Hugo antes y Felipe Pigna después, a la radio le servía mucho y yo me sentía contenido. No tengo más que agradecimientos, ya que nadie me molesta, nadie me pregunta qué temas voy a tocar ni a quién voy a molestar o no. Además, todo cuadra con una mirada que yo tengo sobre con cómo se están manejando en este momento los medios públicos en el país. Radio 10 esto no lo hace.

Para cualquier radio comercial es impensable un proyecto así.
Yo no sé si es tan impensable. Es impensable si lo enfocás desde los grandes costos, pero si hay un presupuesto acotado y vos te podés arreglar con un elenco fijo mínimo, con una plata sencilla… Porque los actores no se tienen que cambiar, no se tienen que maquillar, no tienen que estudiar. Tienen que leerlo, interpretarlo y se van a la casa. No puede llevar más de cuatro horas esto. Con una plata lógica por ese trabajo, las radios privadas lo pueden hacer. Hay que pensar un género o un estilo de programa que sirva.

Yo tengo la idea de que nadie quiere asumir el riesgo. El propio Dolina, con la trayectoria que tiene en la radio, siempre dice que el suyo es un programa poco atractivo para los auspiciantes. Y también están los gerentes de programación, que apuestan a lo seguro.
Bueno, hay muchos gerentes que vienen de la Ingeniería, la Mecánica, de cualquier rubro menos de la Comunicación o del mundo artístico en sí. Tal vez haya ignorancia, porque seguramente hay un par de gerentes dispuestos a escuchar una propuesta y entenderla, sólo que a ellos no se les ocurriría porque escapa a su imaginario. O porque un proyecto de ficción les huele a naftalina, y sin embargo se puede hacer algo muy moderno, no por nada han avanzado tanto los efectos sonoros. Gracias a la computadora yo puedo recrear hoy cualquier situación, porque los sonidos los tengo. Yo opté por este camino, me pareció que tenía que acercarle a la radio algo que pudiera interesarle, como son los casos periodísticos. Más adelante me gustaría hacer cosas mucho más ficcionales, desde adaptar literatura argentina hasta hacer ficción propia, ficción pensada para radio. No es tan loca esa posibilidad, hace falta voluntad. Gastan la misma plata en estupideces intrascendentes y en trivialidades, en locutores que no saben qué decir, en lectura de mensajes del público que manda saluditos, en enfatizar la trampa de los empleados que están en sus trabajos escuchando radio y mandando mensajes. Alguna vez podrían contribuir a mejorar la calidad de vida del oyente desde algún punto de vista. Si yo logro con nuestro programa que la gente se sienta tocada o emocionada por alguno de los temas, ya está, está logrado. Si además de entretener podemos aportar algo, buenísimo.

¿Cómo es tu vínculo con la radio desde el lugar de oyente?
Como oyente estaba en crisis hasta que empecé a escuchar Nacional y me di cuenta que me representaba esa programación. Lo único que escuchaba era la radio pública y la radio de las Madres. No puedo escuchar… en el auto por ahí escucho Rock & Pop, un día me cago de risa con algo totalmente insolente de la “Negra” Vernaci y dos días después lo mismo me produce repulsión y prefiero escuchar otra cosa. No soporto lo que se hace en las FM, me parece que es un lugar que está absolutamente desperdiciado por la trivialidad y con un poquito de contenidos estaría buenísimo. Y las radios comerciales… a la mañana, si vos querés saber cómo está el tránsito, el estado del tiempo o qué dijo el ministro, si lo encontrás, avisame. Yo no lo soporto, las radios a las que mejor les va de rating a mí no me colman. Por supuesto que todas tienen su perla, hay cosas de Radio 10 que están muy bien, lo mismo en Del Plata, en Continental o donde busques, pero yo prefiero los informativos de Nacional. Y la programación de los sábados es un golpe a la mandíbula, a la mañana tenés programas buenísimos: está Radio Barcelona, después Ulanovsky… algo vas a sacar. Yo no soy un oyente pasivo, mientras escucho la radio estoy haciendo de todo, incluso trabajando. Así se dio mi contacto con el medio, porque yo era más de tener la televisión prendida. Cuando me di cuenta que la tele era imposible, porque se había convertido en un monoblock con el mismo tipo de información y de opinión, me fui a la radio.

Enlace: http://www.narrativaradial.com/notas_ver.php?IDNI=61&titulo=%A0

El acto de crear y aprender en la radio.

Por Carlos Rafael Diéguez (Comunicador cubano)

La radio es arte, no necesita discutirse porque cumple los mismos principios de la realización cinematográfica desde la idea, guión, locaciones, montaje, edición hasta puesta en escena. El público que ve una película también oye radio, crea imágenes, las asimila y decodifica de acuerdo a sus gustos y referencias, de manera que la diferencia entre el séptimo arte y la radiodifusión no es mucha, solo se localiza en la forma de hacer y el soporte, pero el efecto es el mismo.

El acto creativo en la radio comienza con el proceso de auto motivación, posiblemente el paso más difícil porque se trata del inicio, embrión de la idea que hay que convertir en producto comunicacional. En este punto se pone en juego la capacidad energizante individual que cada uno lleva dentro y con certeza la llamamos “la bomba” porque ese deseo de inspiración al desprenderse del corazón, tiene un efecto atomizante.

Hacer radio necesita de ideas originales que sorprendan primero al autor, en los momentos, ante y durante de “bajar la musa” donde prevalezca el estilo de realización, el propósito, sentido y formas de ser del creador, porque el programa de radio es reflejo de la conducta y del carácter del artista.

La capacidad de auto motivación del creativo radial conduce al equilibrio entre el éxito y la calidad del programa. El resultado de la obra es esencialmente intrínseco, proviene del interior, de lo más hondo del artista: sus sentimientos. Es vital asumir una actitud positiva a la hora de confeccionar un libreto, una nota, hacer un reportaje, redactar una crónica, una noticia o pequeño mensaje porque en la motivación, sean cuales sean las circunstancias para el autor, tendrá éxito seguro en el público perceptor.

Un realizador de radio auto motivado, aprende a crear su potencial de ideas, a utilizarlo, pensar en positivo, sentir su fuerza interna y actuar con eficacia. Cuando se asume un proyecto creativo -cada programa radial lo es- no debe faltar la armonía entre textos y recursos de efectos que embellezcan los contenidos. Sensibilidad y buen gusto del autor repercuten en la sintonía del oyente.

Los que laboramos en el medio radial nos pasamos casi todo el tiempo hablando de nuestro trabajo, sentimos una necesidad interior de mejorar. Como todo no está inventado en la radio hay que desterrar la costumbre de huir de la crítica echando la culpa a cualquiera o a todo el mundo, menos a nosotros mismos.

Toda obra humana es perfectible al error, enmendarla es de sabio. Se aprende todos los días algo nuevo, no importan los años ejerciendo la profesión. La radio es una escuela y debemos establecer una cultura de transformación y modificar nuestra conducta, no porque nos digan que debemos cambiar, ni porque la emisora en la que trabajamos nos envíe a un curso. Las mejores enseñanzas se logran en los propios estudios de las emisoras, “chocando con la verdad” desprendida del calor de las máquinas y la elegancia de los sonidos.

El mejor aprendizaje nace en la auto preparación. Hacer radio exige de un estudio constante de los realizadores en aras de la coherencia entre teoría y acción. Leer mucho y diversos textos tonifica la cultura creativa del profesional de la radio.

Enlace: http://www.narrativaradial.com/notas_ver.php?IDNI=59&titulo=%A0